-¿A donde vas?- Preguntó Drake a su hermano.
-a casa, y no te pregunto a ti a donde vas, seguro que al bar, pero no me importa puedes ir a donde quieras, me da lo mismo-
-James, me gustaría mostrarte algo ¿quieres ir a verlo?-
-no, nada que me quieras enseñar puede importarme-
-a es que tienes miedo ¿le temes a la verdad?-
-¿de que verdad estás hablando?-
-de una que te gustará ver ¡vamos!-
-no, no voy contigo a ningún lado, ya no confío en ti-
-entonces si ¿tienes miedo de lo que te puedo mostrar?-
-¡dije que no! nada de lo que tú puedas mostrarme puede darme miedo, no me asusta-
-entonces vamos, anda y sigueme-
-está bien, más te vale que valga la pena-
-te lo aseguro, lo que verás te va a sorprender-
Los
dos mellizos caminaron juntos, Drake tomaba a su hermano del hombro, el
chico rubio caminaba lentamente y desconfiado, al fin de cuentas
¡temeroso! pero no quería demostarlo, sabía que lo que su hermano
pudiera mostrarle sería algo malo. Ambos tuvieron que subir al tren,
aunque esta vez no de polizontes cómo acostumbraba Drake, ya que James
jamás haría algo así. Llegaron a la estación de Monterey, y James se
preguntaba que era lo que podría haber ahí, pero permanecía callado,
prefería no preguntar y saber la respuesta. Drake caminaba a su lado,
con una sonrisa en el rostro, una sonrisa malévola y capaz de asustar al
más valiente. Despues de caminar varias cuadras, llegaron hasta aquel
sitio.
-¿que es ese lugar? parece un bar, pero es una casa-
-es un burdel disfrazado de casa hermanito-
-nosotros no podemos entrar ahí, apenas cumplimos 17. Yo no entraré-
-entrar es lo de menos, en cuanto me acerque y les diga que soy Drake Bell le avisarán a la dueña y nos dejarán pasar-
-¿conoces a la dueña? ahora te vienes a pasar las noches a un lugar cómo éste ¡que asco!-
-no, no vengo a eso, pero conozco a la dueña ¡ya verás de quién se trata! dejate de tus cosas y vamos a llamar a la puerta-
Drake
tocó el timbre, y enseguida una chica abrió, el muchacho de sonrisa
malvada pidió que avisaran a Kate que él estaba ahí. Los mellizos
esperaron afuera unos minutos, luego volvió la chica y los dejó pasar.
Drake jaló del brazo a James, y caminaron hasta el fondo de la casa y al
final del pasillo se detuvieron. Lentamente Drake abrió la puerta que
estaba justo frente a ellos, asomó la cabeza, y la mujer que estaba
sentada frente al escritorio algo adormilada lo miró, aún sin saber por
qué, en su rostro se dibujo una pequeña sonrisa, se levantó algo
emocionada por la presencia de aquel muchacho, y con la voz ronca y débil
que tenía debido a su avanzada artritis que acababa con sus fuerzas, se
levantó, caminó hasta Drake, y le dijo conmovida -¡Drake! has venido-
Aquel
muchacho vengativo, miró a su madre y le sonrió malvadamente, le hizo
una seña para que detuviera su paso ya que se acercaba a él, le dijo.
-hola. No vengo solo, ¡mira!-
Y vio a su espalda, y el joven escodido detrás de la puerta no se acercaba,
así que lo jaló de nuevo, y lo puso frente a él, y frente a ella.
-mira a quién te he traido. Madre ¡él es tu otro hijo, James! el que representa todo lo bueno, lo puro ¡el hijo perfecto!-
Ambos
se quedaron mirándose a los ojos, sorprendidos, asustados y
confundidos. Ninguno se movía, sólo se miraban, James parecía haber
visto a un fantasma, o peor aún, a un monstruo, a la criatura más
horrible que pudiera existir. Por su parte Kate, lo miraba avergonzada,
nunca sintió vergüenza de ella misma pero, por primera vez la sintió al
tener frente a ella a su hijo, aquel que la miraba con horror. Apenas
con un hilo de voz logró decir -¿por qué Drake?- para luego bajar la
mirada, no podía ver a su hijo a los ojos, y James no podía dejar de
mirarla con horror y asco. Al ver que ninguno decía nada, Drake se enojó aún
más y gritó-
-¡James ahí está tu madre! ¿por qué no le das un abrazo?-
pero
no obtuvo respuesta y, lleno de furia empujó a James junto a Kate,
ambos cayeron al piso, e hizo que uno al otro se miraran a los ojos y se
tuvieran frente a frente. Cómo era de esperarse, ninguno de los dos sabía que
hacer, Kate gritaba desesperada y llamaba a Joe, James le decía a Drake
que lo dejara salir de ahí, estaban al borde de la locura, pero Drake
cerró la puerta dejándolos encerrados, mientras adentro madre e hijo
perdían la razón. Al cerrar la puerta todavía escuchaba los gritos ahogados de esas
personas, los cuales se perdían entre las voces de toda la gente que en
el bar se encontraba. Nadie llegaba para ayudarlos, no los habían
escuchado, seguían ahí encerrados, volviendose locos, mientras Drake
dejaba de escuchar sus gritos, sus voces, y a la vez sentía cómo su
corazón se incendiaba por dentro una vez más, lo había hecho ¡al fin lo había
hecho!. Después de unos minutos fue hasta la salida, y se sentó en los
escalones de la entrada. Cómo era su costumbre, se sentía mal por lo que
había hecho, sabía que el daño causado jamás podría repararse, que las
consecuencias podrían ser las peores, y se odiaba a si mismo por haberle
causado tanto daño a James pues no lo merecía. Preocupado por saber lo
que pasaba adentro, y esperando ansioso a que su hermano saliera, seguía
Drake esprando afuera. Un momento después el chico de ojos azules salía,
caminaba junto a su hermano pero sin voltear a su alrededor, llegó
hasta la parte trasera de la casa sin ver a donde iba, hasta que Drake
lo siguió, le habló, pero James ya no era James, había perdido por
completo la razón, su mirada era la misma que la de un demente. Al ver
que su hermano no lo miraba se acercó más a él, lo tocó por la espalda y
lo llamó de nuevo, pero esta vez al sentir la mano de aquel que se
decía ser su hermano, James volvió la vista atrás, miró a Drake, y lo
supo ¡esos eran los ojos que había visto unos minutos antes en aquella
oficina! Kate estaba dentro de él. Apenas si Drake estaba por abrir la
boca para decir algo, pero no pudo ya que James tiró un golpe
directamente al ojo del chico con el rostro cubierto de pecas, él sólo
se tambaleó un poco, pero se quedó quieto, James tiró otro golpe más,
ahora justo en el labio inferior, el cual comenzó a sangrar. Se decía
que bien lo merecía, que merecía que su hermano lo matara a golpes por
haberle provocado el peor de los dolores, y por eso no se defendía, ni
decía nada, James estaba tan lleno de odio, algo que nunca antes sintió,
pero que por primera vez estaba en él pues toda su vida vivió engañado
adorando y admirando a su madre, la mujer más buena y pura que pudo
existir, pero que sin embargo era todo lo contrario, todos se burlaron
de él, y lo hicieron vivir engañado, eso no lo soportaba. Odiaba a su
hermano por causarle tanto daño, por acabar de tajo con todos sus sueños
y sus ilusiones, con toda su vida. Desquitaba todo el coraje tirando
golpes contra al que tenía frente a él, frente al que no se defendía,
que permanecía inmóvil, así que tiró más golpes hasta que se cansó, sólo
se detuvo al ver que aquel chico caía inconsciente al piso, y entonces
se alejó. Drake apenas si sabía lo que pasaba, miró venir un golpe trás
otro, dolían al principio pero luego dejaron de hacerlo, sólo sentía
cómo todo a su alrededor daba vueltas, y su cuerpo le quemaba, luego
perdió el equilibrio y cayó al piso. Por un momento todo se volvió
obscuro, pero luego abrió los ojos y miró a James frente a él, su mirada
le recordaba a la suya misma, aquella llena de odio y de rencor, una
mirada que jamás vio en James. Después el rubio se fue alejando hasta
desaparecer, pero él siguió tirado en el piso sin querer levantarse pues
el dolor ya era evidente. Había cerrado los ojos de nuevo, y no sabía
cuanto tiempo llevaba ahí, hasta que escuchó unos pasos, luego apenas si
pudo distinguir a una persona, una mujer parada frente a él, lo supo
sólo por la silueta pues entre la obscuridad no se miraba el rostro,
pero lo sabía, era ella ¡era Kate! la mujer sólo permaneció frente a él
unos instantes, luego también desapareció en el camino. Quería
levantarse pero no tenía las fuerzas suficientes, así que de nuevo cerró
los ojos, y no los volvió a abrir hasta mucho después.
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