Durante todo el camino permanecieron en silencio, y no fue sino hasta que llegaron a casa que Adam habló.
-¿por qué estabas en el bar? ¿te gusta tomar?-
-no padre, yo nunca tomo nada con alcohol-
-te creo ¿es la primera vez que vas?-
-No. He ido desde que tengo catorce años, pero no miento, jamás he tomado nada más que un refresco-
-no entiendo ¿por que lo has hecho? llevas dos años visitando ese lugar y jamás lo supe-
-es
que algunas veces me siento intranquilo y necesito salir y distraerme,
pensar en otras cosas. No solo voy al bar, también camino por la plaza o
por el parque, es que me gusta pensar. Me apena mucho que hayas tenido
que ir a la delegación a recogerme, ese lugar es horrible, y para tu
debió de ser muy incómodo ¡que vergüenza!-
-oh
bueno, pero no es para tanto, ese lugar es feo, pero nada malo hiciste,
además debo de confesarte que yo estuve preso cuando fui joven-
-eso no lo puedo creer padre, pero si tú eres incapaz de hacer algo malo, no podría ser posible-
-pues
lo es, no es que haya hecho algo malo, pero. Bien, te contaré. Cómo
sabes yo estuve en la guerra obligado por mi padre, y cuando esta al fin
acabó, luego de siete años, yo no quería volver a casa, no me sentía
preparado para volver, así que anduve de vagabundo por un tiempo. Fue
así cómo me detuvieron en una redada, a todos los hombres que
encontraron viviendo en las calles. Me tuvieron prisionero por cinco
años, cumpliendo trabajo voluntario según le llamaban, no tenían
haciendo los asfaltos o limpiando las calles. Después de los cinco años
de condena me dejaron libre. Aún así yo no quería volver a casa todavía,
me había gustado esa vida libre de ataduras y preocupaciones, así que
volví a lo mismo. Y cómo era de esperarse, de nuevo me detuvieron, otros
cinco años más, pero esta vez me escape, lo más gracioso fue que lo
hice tres semanas antes de cumplir mi condena. Tuve que pasar toda la
noche metido en el río sólo con la cabeza de fuera. A la mañana no me
buscaron más, y entonces salí de mi escondite, pero permanecí escondido
hasta la noche, luego entré a una tienda de ropa y robé un traje y unos
zapatos, también en otra tienda robé algo de comida-
-no sé que decir, me es difícil imaginarlo. Pero ¿por qué te escapaste a tan solo tres semanas de cumplir la condena?-
-
supongo que no quería quedar a deber nada a la cuidad, pero en eso
momento no deseaba esperar tres semanas, preferí escapar. Era ya el
momento de volver a casa, así que envié un telegrama a mi hermano
Charles y le pedí cien dolares. Con ellos pagué la ropa y la comida que
robé, también al telegrafista quién tuvo que pagar de su bolsillo el
telegrama, y también mi pasaje en tren de regreso a King City, el lugar
donde crecí-
-pero
entonces no hiciste nada malo, sólo estar en el lugar equivocado y con
las personas equivocadas, por eso pagaste diez años de cárcel-
-si,
algo parecido ha pasado contigo, has estado en el lugar incorrecto y en
el momento incorrecto, pero no has hecho nada malo. Así que no tienes
de que avergonzarte Drake-
-¿por qué nunca nos contaste de esto?-
-no lo creí necesario, pero ahora tú lo tenías que escuchar-
-te agradezco mucho tu confianza, y tus palabras, me hacen tanto bien padre-
-lo
sé hijo, y me alegro de haber platicado esta mañana contigo. Sé que
nunca te lo digo, pero me doy cuenta que pones todo de tu parte para
ayudarme, y para hacer lo que a todo hijo le corresponde, es tu deber,
pero de igual manera lo haces, y eso hijo ¡me alegra mucho!-
-¡muchas gracias padre! quiero que algún día logres sentirte orgulloso de mi ¡te quiero mucho padre!-
Adam
no respondió a las palabras de Drake, pues no se sentía capaz de decirle nada, pero lo que si hizo fue permitir que su hijo recargara su
cabeza sobre su hombro, y regalarle una pequeña caricia pasando su mano
sobre su cabeza, mirarlo a los ojos y relagarle una sonrisa sincera.
Este gesto a Drake lo llenó de emoción, su corazón saltaba
descontrolado, y de sus ojos las lágrimas se asomaban queriendo salir
¡pero era lágrimas de dicha! de un enorme alegría que le causaba
sentirse escuchado por su padre. Estas cosas pasaban alguna vez sólo en
momentos únicos, fueron dos o tres las veces que una caricia o una
sonrisa, una muestra de confianza salían de Adama hacía Drake, y todas y
cada una de ellas se quedaban guardadas en los más profundo de su ser,
en un lugar especial de su memoria y su corazón, y cuando sentía que las
fuerzas lo abandonaban, cuando creía que el lado malo podía ganar,
recordaba esas caricias y esas palabras, y encontraba la fuerza en esos
escasos recuerdos. Así era cómo llegaba a evitar cometer una maldad
alguna vez.
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