miércoles, 24 de julio de 2013

East of Eden - Capítulo #25

El beso apenas si duró unos segundos, y aunque Valeria deseaba seguir besando aquellos labios, y seguir sientiendo esa magia tan maravillosa que ese beso provocaba en ella, no pudo permitirlo y se apartó de él, pero deseando no haberlo hecho.
-¡no, yo quiero a James! lo quiero ¡lo quiero mucho!-
La chica se echó a llorar, tapando su cabeza con las manos, y recargada sobre la canastilla. Drake sintió de nuevo un dolor muy grande, cómo si alguien estuviera encajando una aguja justo en su corazón. Se arrepintió de haber besado a Valeria, pues era la novia de su hermano. Pero haberlo hecho le llenó el alma de alegría, aún cuando sabía que ese beso debería de borrarlo al momento de terminarlo. Ambos permanecían escondiendo sus cabezas, y volteando a diferentes lados, hasta que Drake miró allá abajo a James.

-ahí está James- Dijo el chico a Valeria, aunque ella seguía sin levantar la mirada. -Pero algo está pasando, ¡mira esos hombres están molestando al señor Albretch! esto no le gustará a papá, él lo aprecia mucho ¡hey alguien que me baje de aquí! Tengo que bajar rápido-Pedía Drake.
James estaba abajo trantando de defender a aquel hombre, pues era muy amigo de la familia, la gente lo molestaba por ser Alemán, ya que contra ese pais peleaban en la guerra. El hombre tratando de evitar peleas caminó hasta su casa, la que estaba a sólo unas cuadras de la feria, pero todos comenzaron a seguirlo hasta su ella. Drake, que miraba cómo molestaban al hombre y de paso a su hermano por defenderlo, deseaba correr a ayudarlos, pero estando arriba no era fácil, así que no pudo esperar más, y comenzó a bajar por los tubos de la rueda de la fortuna, y aunque Valeria le pidió que no lo hiciera pues era peligroso, él no escuchó y bajó. Cuando llegó hasta la casa de Albretch, ya todo el mundo tiraba de golpes a James, y rompian las flores del jardín, Drake se echó encima de aquellos que trataban de golpear a  su hermano, pero cómo eran muchos no podía detenerlos. La única manera de calmar a esta gente fue al mirar al Alguacil Sam llegar, él era la autoridad, y obligó a todos a salir de la casa, se disculpó con Albretch y le dijo que se encaragaría de que arreglaran su jardín, y luego entraron a la casa. James odiaba la guerra, se decía que no tenía ningún sentido, y le molestaba que los hombres fueran sólo a morir a ella. Estaba indignado y lleno de rabía en ese momento. Vio a su novia llegar y mirarlo, también notó que traía con ella una chamarra de hombre.
-¿donde estabas? tenías que esperarme ¡y no te econtré! ¿de quién es esa chamarra que cargas?-
Valeria no dijo nada, pues notaba lo molesto que estaba James, lo cual no pasaba casi nunca. Drake se acercó a su hermano para calmarlo, y hacer que olvidara el mal momento, pero apenas si tocó su hombro cuando aquel chico rubio, volteó y quitó la mano de su hombro dando un pequeño enpujón. Drake se sorprendió ante la reacción de James, quién claramente desquitaba el coraje con él.
-¿que te pasa? sólo he querido defenderte-
-defiendeme cuando yo te lo pida ¡no necesitaba tu ayuda! Además lo has hecho para llamar la atención de ella, cuando quieras hacer algo bueno haslo por ti, y no por querer llamar la tención de alguien más-
-pero sólo quería ayudarte, todos estaba encima tuyo ¡trataba de ayudarte! pero al bueno de James, no le pareció bien, el chico perfecto no necesita ayuda-
James, estaba tan furioso, y más por los celos que por otra cosa, pues enseguida se dio cuenta de que la chamarra que Valeria llevaba cargando era de Drake, mientras él la buscaba, su novia se divertía junto a su hermano. Estaba tan molesto que le gritó -¡eres un indeseable!-
al tiempo que daba otro empujón más, pero con más fuerza, que el chico de pecas perdió el equilibrio y por poco cayó al piso. Sientiendose muy enojado con la actutud de James, y con el coraje que le llevaba dentro en ese momento, dejó salir de nuevo sus impulsos, y se echó a los golpes con James. Un golpe en el ojo, y otro más justo en el labio, pero el rubio no se defendía, al mirar que no tiraba otro golpe le dijo con tono retador -¿ya terminaste?-  a lo que Drake respondió aún más enojado -¡no!- Y de nuevo tiró otro golpe a la cara de James, estaba por tirar otro más cuando Valeria se metió en medio de ambos, y detuvo a Drake.
-basta Drake ¡por favor detente!-
-la chica con la poca fuerza que tenía trataba de calmar a Drake, quién al mirar a su hermano el el piso, y con sangre sobre el rostro, se sintió tan culpable, y salió corriendo al bar que estaba enfrente de la casa de Albretch. Valeria estaba dispuesta a seguirlo pues miró en su rostro una desesperación tan grande, pero James le dijo que se quedara ahí.
-¿a donde vas Valeria?-
Ella no respondió. El rubio entró a la casa al tiempo que le pedía que esperara afuera, pero ella no hizo caso, y corrió hasta el bar. Se encontró con Drake sentado en la barra y bebiendo tequila, él jamás bebía pero esta vez lo estaba haciendo. Algo temerosa de Drake decidió acercarse, se sentó junto a él, y le habló.
-no tomes Drake, no te hará bien-
-esta vez lo necesito-
-¿es que quieres emborracharte?-
-si, eso quiero ¡me hace falta! Todos dirán que he querido matarlo, pero no, tú sabes que yo sólo intentaba ayudarlo ¡y nadie creerá eso!-
-Te ruego que no digas nada de lo que hemos hablado hace un rato, yo no dije nada ¡prometeme que no le dirás a James! por favor-
-algún día tendrá que saber la verdad, no vivirá engañado el resto de su vida ¡algún día se la mostraré!-
-otra vez diciendo cosas raras Drake ¡me asustas, en verdad me asustas!-
-lo entiendo, es normal si hasta yo mismo me asusto ¡yo mismo me doy miedo! alejo a todos de mi-


James estaba parado en la puerta del bar, y le dijo a Valeria que saliera de ahí, ella no tuvo más remedio que hacer lo que su novio le decía, aunque no quería dejar a Drake solo en ese momento pues la necesitaba, pero tuvo que hacerlo. James no dijo nada más, observó por un momento a su hermano, y después salió del lugar. Drake se quedó ahí bebiendo el resto de la noche.
Volvió a casa cuando cerraron el bar, estaba tan borracho que caía al piso a cada dos pasos. Y cómo siempre el único que lo miró llegar fue Lee, quién cada vez estaba más seguro de que aquel muchacho acabaría mal.

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