Drake volvió a casa y le comentó a Lee que Valeria lo visitaría en cuanto pudiera, pero el chino conocía muy bien al chico, y podía notar en sus ojos un brillo especial que nunca antes habían tenido.
-me alegra que venga, quiero platicar con ella-
-si pues ¡pronto vendrá!-
-¿y a ti que te pasa? ¿por qué andas tan alegre? Desde, bueno lo de James, no te miraba así ¡es más, nunca antes te miré así! ¿que ha pasado?-
-no tengo idea de lo que me estás hablando, yo estoy igual que siempre, son figuraciones tuyas-
-no, sé lo que miro y algo tienes. Veo que no quieres decirme, o tal vez ni siquiera te has dado cuenta ¡pero hay una luz especial en tus ojos! Drake, tu mirada ahora es diferente, y cualquiera que sea la razón ¡me alegra!-
-En verdad no sé a que te refieres. Bien, mejor será que me vaya a cuidar a mi padre ¿cómo está hoy?-
-te mentiría si te dijera que bien, se le nota muy cansado, y los dolores de cabeza aumentan, él no lo dice pero no hace falta, pues se nota-
-Lee tú sabes lo que pasa ¿por qué no me dices la verdad?-
-mejor será que no lo sepas, y él menos. Lo único que puedes hacer es cuidarlo, portarte bien, y no provocarle más preocupaciones ¡se el buen hombre que el quiere que seas! Con eso habrás logrado todo lo que él pide-
-bien, eso estoy haciendo, lo intento, pero cuando pienso en James, y en lo mal que lo debe de estar pasando en la guerra, yo...
-¡no! ya no te atormentes. A fin de cuentas la decisión de irse fue suya, si él pensó que era lo correcto, está bien-
-pero yo lo orillé a que tomara esa decisión, él siempre ha odiado la guerra, ¡jamás hubiera querido ir antes de lo que pasó! Todo es mi culpa-
-¡si lo es! pero nada puedes hacer para cambiar lo que hiciste, y atormentarte no te servirá de nada ¡así que deja de pensar en eso! ve a cuidar a tu padre, tengo que hacer de comer, si no lo hago ustedes se morirían de hambre-
Drake pasó el resto del día cuidando de Adam, y notó que lo que Lee decía era cierto, se le miraba muy cansado, y el dolor de cabeza era evidente. El chico se preocupaba mucho, y no sabía que hacer, pero confiaba en que Lee hacía lo mejor, y respetaba lo que el hiciera.
Al día siguiente Drake se miró con Valeria a la hora de salida, y cómo quedaron, él la acompañó hasta su casa. No se daba cuenta, pero todo a su alrededor cambiaba al estar cerca de la chica. Se dibujaba una sonrisa sobre su rostro, él, que poco sonreía, al mirarla esa sonrisa era inevitable, y ni él mismo lo había notado.
-hola Valeria ¡ya estoy aquí! me tardé un poco porque nos dejaron trabajos extras ¿no te molesta esperar?-
-¡hola! No, sabía que estabas ocupado. Bien, vamos ya ¿cargas mis libros?-
-¡claro! ¿que cosa te da risa eh?-
-tú. Es que pareces pingüino con ese uniforme, seguramente te mueres de calor-
-es verdad. Ya sabes que a todos los hombres nos obligan a traer este tonto uniforme como homenaje a los soldados en la guerra ¡tienes razón, la camisa me está matando! y la corbata me ahoga-
-deja qu te ayude a desabrochar la camisa, y a aflojar esa corbata, con sólo verte ya siento calor-
-Gracias ¿con que parezco pingüino?-
-era una broma ¡con ese uniforme luces maravilloso! te miras muy elegante-
-y tú con ese uniforme pareces enfermera-
-así cómo ustedes tienen su uniforme, nosotras tenemos el nuestro. Y nos toca llevar el de ayudantes de enfermeras, al menos no es tan incómodo cómo el de ustedes-
-lo sé. Tú también luces maravillosa con él, sobre todo el gorrito con la cruz roja te queda perfecto-
-¿te burlas de mi?-
-¡oye tú me llamaste pingüino!-
-está bien, ahora ya estamos iguales. Dejemos de bromear, y hablemos de eso, tú sabes-
-Si, de lo de James. Debes de sentirte tan triste, y con miedo, siempre en mi cabeza está presente la idea de que ya no pueda volver de la guerra-
-¡no lo digas! él volverá, yo no quiero pensar de otra manera ¡James tiene que volver!-
-Valeria ¡perdoname! envié a tu novio y futuro esposo al lugar más peligroso del mundo ¡no entiendo cómo no me odias por eso!-
-por qué sé que cualquier motivo que hayas tenido para hacer eso, fue muy poderoso. He esperado casi dos meses para saber cuál es, y es momento de que lo digas-
Cerca de casa de Valeria había un parque, ese donde alguna vez durmió Drake. Los chicos detuvieron su camino, y fueron a sentarse sobre el pasto, en un rincón escondido de toda la gente, pues querían hablar tranquilamente.
-Yo. Siempre, siempre ha sido mi envidia-
Drake permaneció en silencio, y no pudo seguir mirando a los ojos azules de Valeria, agachó la mirada, pues se sentía muy avergonzado de todos sus actos. Pero la chica puso su mano sobre el mentón de Drake, y así hizo que levantara la cabeza, y la viera a los ojos.
-Drake, yo no voy a juzgarte, te repito que sé que tuviste una razón para hacerlo, y que no fue lo correcto ¡lo sé! pero yo no soy nadie para juzgarte ¿por qué no puedes hacerlo?-
-porque me averguenzo de mi mismo ¡la vergüenza no me permite mirarte y hablarte!-
-no estoy hablando de eso-
-no entiendo ¿entonces de qué?-
-de el por qué no puedes abrirme tu corazón. Yo sé que eso es muy difícil para ti, y que tal vez con la única persona que lo has hecho es con Lee, y en algún momento muy desesperado de tu vida, pero, me gustaría que conmigo pudieras hacerlo también ¿por qué no puedes hacerlo?-
-¿por qué te preocupas tanto por mi? ¡maldición! he mandado casi a una muerte segura al hombre que amas. No tendrías razones para preocuparte por lo que pase conmigo, sólo deberías de sentir odio por mi pero ¡¿por qué te importa lo que me pase?!
-eso es tan sencillo, es porque yo ¡tú me importas por qué, yo!-
Ahora fue Valeria quién bajó la mirada, pero por el contrario Drake, él no podía apartar la vista de ella, y por alguna razón en ese momento sentía los latidos de su corazón subir hasta su garganta, cómo si éste quisiera salirse por la boca, una explosión en su interior estaba surgiendo, y deseaba ansiosamente escuchar lo que aquella chica no terminaba de decir. Esta vez fue él quien tomó el mentón de Valeria, e hizo que lo viera de nuevo a los ojos, entonces notó cómo sus ojos azules estaban humedecidos por todas las lágrimas que amenazaban con salir. Luego él sintió ese nudo en la garganta, aquel que se siente cuando las ganas de llorar te impiden respirar libremente, a la vez que los latidos de aquel corazón comenzaban a normalizarse, pues ahora éste sólo sentía un dolor que de a poco se hacía más grande. Suspiró para calmar aquello que no le permitía dejar salir su voz, y asegurandose que ella lo miraba a los ojos, él preguntó.
-¿por qué Valeria? te importo porque yo ¡por que yo! ¿qué?.
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