Valeria
decía a Lee, de manera desconsolada aquellas palabras que llegaban
hasta lo más hondo del chino, quién quería a los dos cómo a sus propios
hijos.
-Es que tengo mucho miedo por él, creo que esta vez no podrá soportarlo-
-piensas en que ¿pueda intentar...?
-eso
pasa por mi cabeza, pero no. Luego pienso que si estamos a su lado no
será capaz de hacerlo. Me refiero a las consecuencias.Tú sabes cuanto lo
quiero, y lo importante que es para mi, y por eso no puedo concevirlo
íntegro. El tormento no lo dejará vivir en paz ni un solo día por el
resto de su vida, y tal vez creerá que lo mejor es alejarse de nosotros
para no hacernos daño ¡y estando solo se sentirá más perdido que nunca!
Se sentirá culpable y no podrá olvidarlo ni un momento. Y sabes que no
es su culpa, se dice que está en su sangre y puede que así sea, pero
¿que se puede esperar? cuando el triste destino de una persona ha sido
marcado desde el momento en el que nació. La falta de cariño, de
atención, la incompresión ¡la falta de amor! eso vuelve a todos los
seres crueles, perversos, malvados. Cuando todo lo que un niño necesita
es es amor de aquellos que lo rodean, que lo hagan sentirse querido,
protegido, valioso ¡y ese ha sido el cruel destino de Drake! jamás tuvo
una sola muestra de afecto, una sola palabra dulce, una caricia ¡jamás
le comprendió! solo se preocupó por juzgarlo, y por culpar a su sangre,
cuando tal vez él fue el único responsable. Yo no soy quién para
reprocharle nada, ya la vida se lo estará cobrando, pero que diferente
sería si Adam hubiera sido con Drake cómo lo fue con James, si le
hubiera dado un poco de todo lo que le dio a él. Ahora Drake no se
sentiría tan culpable, tan indigno y tan atormentado. ¡y James tal vez hoy estaría vivo! Yo lo amo Lee, y
no puedo imaginarlo sino siendo un hombre libre y completo, o de lo
contrario nunca podrá ser feliz. Pero no sé si a estas alturas eso sea
posible ¡quiero ayudarlo pero no sé cómo! No lo abandones Lee, ayudalo
¡tú eres capaz de enfrentarte ante todo, es cómo un don que posees!- Lee
se quedó pensando un momento, y respondió.
-ignoro
si puedo enfrentarme a las cosas, toda la vida he tenido que
arreglarmelas yo mismo, y no quiere decir que dude de mi, pero no tengo
los suficientes juicios de valor para saberlo. Toda la vida me he visto
obligado a llorar a solas.
-tú ¿llorar?-
-si.
Cuando mi querido amigo Samuel Hamilton murió, en mi una llama se
apago, cómo una vela que da luz. Tuve que prenderla y seguir adelante.
He tenido que aprender de mis estupideces por mi mismo. Siempre había
creido que los buenos son destruidos, mientras que los malos sobreviven,
y lastiman. Sentía que un Dios me había llenado de todo, tanto lo bueno
cómo lo malo ¿no les ha pasado eso? ¿no se han sentido así?-
-si, yo si- respondió Drake muy seguro.
-yo no lo sé- dijo Valeria.
-tal vez aquello no era suficiente. Quizá-
-quizá ¿que?- preguntaba Drake interesado en saber más.
-Pues
quizá algún día los hombres lleguen a darse cuenta, no importa de que
generación sean. Es cómo un artesano, no abandona el sueño aún de
anciano, de querer hacer una taza delgada, fuerte, transparente
¡perfecta! Su taza no sale perfecta, pero no abandona ese sueño, y la
vuelve a comenzar. El resultado puede ser un montón de escoria, o tal
vez la perfección. ¿me conprenden?-
-hablas
de que Dios nos crea con la esperanza de que seamos buenos, pero que el
resultado es lo que somos ahora ¿seres con muchos errores, incluso
malos? no somos lo que el quiere- dijo Valeria.
-algo así. Drake, ¿tú crees que el que nos creó dejará de intentarlo?-
-yo no puedo pensar en eso. Ahora no puedo- decía Drake muy confundido-
Nadie dijo nada más, pensaban en las palabras de Lee, y en lo ciertas que llegaban a ser.
Los pasos de la enfermera se escuchaban venir, se paró frente a Lee, y le dijo.
-necesito
una jarra con agua. Sucede que a los enfermos les da mucha sed, pues
respiran por la boca, y se les reseca, tienen que tomar mucha agua, y me
gusta tener una jarra de agua a la mano-
Lee tomó una jarra, la llenó con agua y la dio a la enfermera. Luego preguntó.
-¿está él despierto?-
-ho
si, está muy despierto, le he lavado la cara y lo he peinado. Es muy
buen enfermo, hasta me quiso sonreír. Lee se paró rápidamente, y tomó el
brazo de Drake.
-ven Drake, quiero que me acompañes, también tú Valeria, tienen que venir los dos-
Lee
subió junto con los chicos hasta la habitación de Adam. Lentamente abrió
la puerta y asomó la cabeza para mirar adentro, luego la abrió por
completo para darle paso a Valeria y a Drake, éste último entró casi a
jalones, la chica lo tomó del brazo y jaló con fuerza para hacerlo
entrar, y una vez adentro Drake bajó la mirada, no se atevía a ver de
nuevo esos ojos que no se apartaban de su cabeza desde hacía ya muchas
horas. Adam se encontraba incorporado gracias a las almohadas en las que
se recargaba, su piel era pálida, más parecida a la de un moribundo. De
a poco los tres caminaron hasta quedar justo frente a la cama. Adam
movía lentamente los ojos observando a los que habían entrado, y movía
ligeramente los labios cómo si quisiera saludarlos.
-ahí
lo tienen ¿no está guapo el enfermito? es mi niño consentido, mi
corazoncito- Dijo la enfermera. Lee volteó a verla y le dijo. -salga de
la habitación- pero eso molestó a la mujer de mal carácter, quién
respondió enojada.
-están cansando al enfermo, se lo diré al doctor-
-haga el favor de salir y cerrar la puerta. Y por mí digale al doctor si así lo desea- respondió Lee un poco disgustado.
-Lo
siento, pero no estoy acostumbrada a recibir ordenes de los chinos- y
siguió sin obedecer. Ahora Drake volteó a verla y le dijo en tono
autoritario.
-salga de aquí, y haga el favor de cerrar la puerta-
La
mujer no tuvo más remedio que obedecer, no dijo nada pero dio un
portazo fuerte en señal de su molestía, tanto que el ruído hizo
pestañear al enfermo. Ya a solas Lee llamó a Adam, éste último movió los
ojos buscando al que le había hablado, hasta encontrarse con el chino.
-Adam,
no sé hasta que punto usted pueda oírme. Puede que esté atento y
alerta, o puede que esté en un sueño gris, tal vez sólo percibe sonidos y
movimientos, eso lo ignoro, y sólo usted sabe si me escucha o no. Se ha
dañado su cerebro y tal vez ahora ya es un hombre distinto. Tal vez su
bondad se ha convertido en ruindad, nadie sabe excepto usted ¿Adam,
puede oírme?-
Los
grandes ojos azules de Adam giraron, y se cerraron lentamente para
luego abrirse, en respuesta a lo que Lee decía. El chino sonrió
levemente en señal de alegría por saber que él comprendía, y continuó.
-Sé
que es muy duro para usted, y agradezco su esfuerzo. Ahora lo que voy a
pedirle es todavía más duro, pero necesario. Aquí está su hijo Drake,
ahora su único hijo ¡mirelo Adam!-...
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