viernes, 28 de junio de 2013

East of Eden - Capítulo #13

Había ya llegado el día de enviar las lechugas a otras ciudades, las metieron dentro de los vagones en cajas repletas de hielo, y envueltas en papel encerado. Ese día estuvo todo Salinas para celebrar la partida de el nuevo invento, hasta los periódicos, y el alguacil estuvieron presentes. Todo marchaba bien, habían pasado ya dos días desde la salida del tren, y las lechugas estaban por llegar al final de su recorrido, tan sólo a unos días de llegar. En casa estaban Adam, Lee, Drake, James y Valeria, todos muy felices con la nueva compra de Adam, un ford nuevecito, y es que en aquellos días eran muy pocos los que podían presumir de tener un auto. Apenas Adam había aprendido a manejarlo y los chicos querían hacerlo también, pero él no les permitía usarlo pues manejar era mucho más complicado y peligroso de lo que es ahora. Todos reían mientras se repetían los pasos básicos para encender un auto, pero unos momentos después llegaban noticias. El encargado de transportes de Salinas llegaba hasta la casa de Adam para avisarle que el tren había quedado parado por un alub de nieve que no dejaba cruzar el camino, y les avisaron que de los vagones se miraba chorrear agua. La familia se condujo hasta donde estaba parado el tren y fueron a revisar los vagones. Abrieron las puertas y se encontraron con qué todo lo que apenas unos días antes había sido hielo, ahora sólo era agua. Adam tomó una de las cajas, la abrió y sacó una lechuga, la desenvolvió y se encontró con la sorpresa de que estaba blanda y seca, en pocas palabras ¡ya no servía! Así revisaron todas las cajas, y  fue lo mismo, se había perdido todo el cargamento de lechugas. La consecuencia sería muy grave pues para que el negocio pudiera rendir ganancias tendrían que haber podido vender por al menos una vez la mercancía, pero eso no fue posible, y Adam había invertido caso todo el dinero de la herencia que dejó su padre, esto los dejaba prácticamente sin dinero. La actitud que tomó Adam fue la mejor que se pudo haber tomado en un caso así, aunque la mayoría hubiera reaccionado de otra manera.
-bueno, pues esto era un negocio, y todo negocio lleva su riesgo, nosotros hemos arriesgado, y nos ha tocado perder ¿que se le ha de hacer?- decía Adam con desánimo pero muy tranquilo ante la situación.
-pero, lo hemos perdido todo padre ¿no te preocupa?-decía James mucho más preocupado que Adam.
-naturalmente que me preocupa, pero nada se puede hacer. Hemos comido más lechugas de las que podíamos digerir. Así es esto hijos. Pero yo lo sé, el hielo conserva las cosas frescas, y algún día podré probarlo ¡ya lo verán!-
Adam regresó a su auto para volver a casa y seguir con su vida, el único con calma  en esos momentos era él.
-no lo puedo creer¡esperaba que esto le afectara mucho más- decía James un tanto incrédulo.
-lo que pasa es que tú no lo conoces tan bien cómo crees-
Drake lo decía muy preocupado, pero no por el dinero que se habría perdido, sino porque esto afectaba tanto a su padre, el que estaba tan entusiasmado con todo esto.

La familia Bell pasaba de ser una de las más respetadas de Salinas, a ser la burla del valle. Ahora los Bell eran llamados  los lechuga, en la escuela llamaban a los chicos los mellizos lechuga, o sus nombres más el apodo. A Drake esto no le afectaba en lo más mínimo, estaba muy acostumbrado a que la gente lo viera con desprecio, pero a James esto afectaba demasiado, él siempre había sido respetado y querido, ahora sólo era la burla de todo el mundo. James jamás reprochaba nada a su padre, ni hacía o decía cosas incorrectas, pero esta vez se sentía tan molesto con su padre cómo nunca antes lo había estado, pues las personas herían su orgullo, su dignidad, y eso él no lo soportaba.
-sé que estás muy molesto con todo lo que ha pasado, pero creo que exageras demasiado ¡son sólo palabras! las palabras no te dañarán- Decía Valeria, quién llevaba soportando el mal carácter de James en las ultimas semanas.
-no, las palabras no, pero las personas que las dicen sí. Ahora somos la burla del valle, y yo no lo soporto ¡no sé por qué a mi padre se le metió esa tonta idea en la cabeza! ahora todos lo creen un loco, y se burlan de nosotros. No sabes lo mucho que desearía que el tiempo pasara tan rápido, para poder irme a la universidad cuanto antes, irme a donde las burlas de todas estas personas no me lleguen, a un lugar en donde nadie me conozca ¡pero para eso todavía me faltan dos años!-
-ya, no dejes que te afecte tanto. Yo también desearía que te fueras pronto a la universidad, porque eso significaría que nos podríamos casar un año antes, pero no se puede-
Estaban sentados en la cafetería a la que asistían todos los chicos del valle, y justo en la mesa que quedaba frente a ellos, estaba un grupo de muchachos compañeros de James, y se notaba cómo hablaban en voz baja mirando hacía la mesa de la pareja, se burlaban frente a sus narices. James no soportaba eso, estuvo un rato tratando de ignorar a los chicos, hasta que ya no pudo más, se levantó de la silla, se paró frente a ellos y les dijo.
-no comprendo que tienen contra mi esto es cosa de mi padre! fue su idea, no la mía, así que dejen de burlarse por algo que yo no hice ¡ya dejenme de molestar!-
Y cómo respuesta obtuvo más burlas de aquellos chicos, salió de la cafetería echo una furia, casi llorando del coraje. Valeria salió detrás del rubio, y por más quería alcanzarlo el otro iba casi corriendo, al final lo pudo alcanzar casi llegando a la plaza.
-¡James! espera, llevo diez cuadras tratando de alcanzarte-
-lo siento, pero ahora estoy muy molesto, yo no quiero hablar, será mejor que me dejes solo por ahora. Te veo después-
Y el chico se fue dejando a su novia sola en la plaza, ella trataba de entenderlo pero algunas veces no podía. Valeria se sentó en una banca, y se quedó pensativa, permaneció ahí perdida entre sus pensamientos por quién sabe cuanto tiempo, hasta que alguien se paró frente a ella y la saludó. Instintivamente al mirarlo ella sonrió, ¡y su corazón se aceleró! esa reacción no sólo la sorprendió a ella, sino también al chico que estaba  parado mirándola, pues al acercarse la vio bastante seria y pensativa, incluso triste pero al llegar él, pareció cambiar su día, cómo cuando es de noche y está oscuro, pero amanece y sale la luz del sol.
-espero no molestarte, pero te miré tan sola y pensativa, que pensé que tal vez te sentías triste. ¿Puedo sentarme?-
-¡hola Drake! claro que puedes sentarte, las bancas no me pertenecen, si quieres puedes hacerlo-
El chico con el rostro lleno de pecas sólo sonrió al escuchar las palabras de Valeria. Se le dibujó una sonrisa, que ni el mismo sabía por qué, le parecía extraño que mirar a una persona pudiera hacerle sentir tan feliz. El muchacho se sentó junto a ella mientras le sonreía sin dejar de mirar sus risueños ojos azules.

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