sábado, 8 de junio de 2013

East of Eden - Capítulo #1

!Buenos días jóvenes! Cuando mi hijo me dijo que los padres debíamos de venir al salón de clases y platicarles sobre una historia nuestra, se me ocurrió la mía. Ya muchos me conocen, soy Caleb, pero me dicen Cal, aunque la mayoría me conoce cómo el padre de Aron. Pero esta vez yo no vengo a hablarles de mi, sino del respeto por los padres, he visto muy a mi pesar cómo los hijos han ido perdiendo el respeto por ellos, ahora somos nosotros los que los obedecemos, y antes las cosas no eran así. Para eso les contaré una historia que ha pasado ya por cuatro generaciones de mi familia. Esta historia ocurrió hace muchos años, en los tiempos en donde no había televisión, mucho menos internet, donde la gente disfrutaba de pasar el tiempo en familia, salir a caminar un rato, leer un buen libro, preocuparse por los deberes del hogar, o pasar una rato agradable platicando de las cosas del día con toda la familia reunida. Antes, en aquellos tiempos en donde nuestros modales era nuestra carta de presentación, donde jamás se hacía algo indebido. Bien, comencemos por el principio; Y este inicia con Adam, él es el padre de nuestros dos chicos de esta historia.
Adam conoció a Cathy de una manera muy extraña, ella llegó hasta la casa donde vivían Adam y su hermano menor Charles. Muy de mañana cuando apenas si salía el sol, afuera de la casa se escuchaban ruidos extraños, ambos hermanos pensaron que era un ladrón tratando de meterse, Adam salió para ver quién era, y se encontró con un bulto manchado sobre los escalones que estaban frente a la puerta. No había notado bien lo que era eso, hasta que el bulto se movió levantando la cabeza, se trataba de una mujer. Adam enseguida sintió algo extraño dentro de su ser, no dudó ni un momento en meter a la mujer indefensa a su casa. Charles prefería llamar a la policía para que se hicieran cargo de ella, pero era cómo si Adam hubiera quedado hechizado de esa mujer, la defendió y no permitió que Charles llamara al alguacil, pero si a un médico. Los resultados eran que ella  había sido golpeada brutalmente, y que quién le hubiera hecho tanto daño lo que quería era matarle. La mujer estaba tan herida que duró semanas sin poder hablar y sin moverse, todo ese tiempo Adam cuidó de ella, y sin darse cuenta ya estaba vuelto loco de amor por la mujer. Aunque él ya estaba rondando los 40, era la primera vez que conocía el amor, y se dijo a sí mismo que protegería a Cathy de todo y de todos, incluso de Charles. Para cuando Cathy mejoró, Charles ya no pudo sacarla de la casa, y menos de sus vidas, él fue el único en notar que la mirada de esa mujer era perversa, que dentro de esa carita de ángel se escondía un verdadero demonio que había himnotizado a su hermano. Cathy sabía que Charles la quería lejos de su casa lo más pronto posible, y tenía miedo de quedarse sola, de que el hombre que la dejó casi muerta pudiera encontrarla y matarla, sin fallar esta vez. Ideó un plan para protegerse, necesitaba el cuidado y protección de un hombre, sabía que Adam la amaba, y fingió amarlo para que él cuidara de ella. Jamás Adam hubiera imaginado los verdaderos motivos por los que Cathy llegó moribunda a su casa, ella le dijo que un mal hombre intentó abusar de ella, y al poner resistencia la quiso matar. Pero la verdad era que ese hombre la quería matar por que ella le había hecho mucho daño, y sólo le estaba dando su merecido, incluso pensó que estaba muerta cuando se fue, por eso tuvo suerte Cathy de seguir con vida, pues con la poca fuerza que tenía se arrastró por la carretera hasta llegar a la casa de Adam que era la primera que vió. Cathy poseía una gran belleza, con cabello rubio y rizado, ojos azules y sonrisa encantadora, era un ser lleno de belleza al cuál amar, pero por dentro era un demonio malvado, una asesina que a los 16 años tuvo su primer víctima, su maestro que había vuelto loco de amor por ella, y que Cathy logró lastimarlo tanto hasta llevarlo al suicidio. Si bien a ese hombre no lo mató con sus propias manos, si lo provocó, pero sus padres no corrieron con la misma suerte, pues a ellos si los asesinó unos meses después, primero los envenenó y después quemó su casa con ellos adentro. Hizo parecer que había sido quemada por unos forasteros delincuentes, que para colmo se la habían robado, así ella podía desaparecer sin levantar sospechas, y hacer una nueva vida. Encontró trabajo cómo prostituta en un burdel, y ahí conoció al hombre que casi la mató, él era el dueño y la amaba, le tenía casa, ropa, coche y dinero, pero ella estaba ya harta de ese hombre gordo, y decidió huír, no sin antes haberle hecho muchas jugarretas. Cuando él supo sus planes intentó detenerla, y al no resultar decidió matarla, y pensó que lo había logrado. Por temor a que el se enterara que seguía viva, aceptó la propuesta de matrimonio de Adam, se casaron y se mudaron a un pequeño pueblo situado en el valle de Salinas en Monterrey, California. Para la mala suerte de Cathy, ella quedó embarazada, pues tenía que fingir amarlo, y prueba de ello eran las noches de pasión que regaló a Adam, de las cuáles resultó embarazada, aunque sólo fueron dos, no necesitó más. Esto retrasaba sus planes, pues se pensaba ir después de haberle robado suficiente dinero a Adam para huír lejos. Trató de abortar, pero no lo consiguió, el doctor que la atendió pudo darse cuenta y la amenazó con denunciarla si lo intentaba de nuevo, de manera que no tuvo de otra que esperar a que naciera su hijo. Adam estaba muy feliz, recién casado, esperando a su primer hijo, y recién había comprado un rancho enorme, el más grande de todo valle Salinas, tenía miles de planes, cembrar, hacer de el rancho un enorme negocio, pero todo cambió en un momento. Después de nacer los mellizos todo cambió, para Cathy fue difícil saber que tendría un bebé nueve meses dentro de ella, pero cuando supo que eran dos se sintió enojada, y su actitud cambió con el nacimiento de sus hijos. Ella era otra, no se interesaba en mirarlos, mucho menos en alimentarlos, no le importaban ni un poco. Un día, una semana después del nacimiento de sus hijos ella decidió irse, Adam al darse cuenta intentó detenerla, pero sólo consiguió recibir una bala en el hombro cómo respuesta de Cathy, sin dudarlo un momento disparó a Adam en el hombro, lo dejó tirado en el piso y desangrandose. De no ser por Lee, el sirviente de la familia, el hombre de origen oriental y fiel como ninguno que, llegó después de que Cathy le diera el día libre, y que miró a  Adam moribundo, que llamó al médico y que le atendieron rápidamente, Adam habría muerto desangrado. Ni en ese momento él se daba cuenta de la realidad, pensaba que Cathy estaba atemorizada por el hombre que la dañó antes, que huía por miedo a que la lastimara a ella, a sus hijos o a su esposo, y lo creía un sacrificio  para salvar a su familia. Pero no hay más ciego que aquel que no quiere ver. Adam se culpó ante el alguacil, de aquel accidente, así lo llamó. 
El tiempo pasó, un año y Adam estaba muerto en vida, el abandono de Cathy lo tenía así, aún entonces no había dado un nombre a sus hijos. Lee era quién cuidaba de los mellizos, de la casa y del mismo Adam. Fue Samuel Hamilton, el hombre que ayudó a los mellizos a venir al mundo, el que hizo entrar en razón a Adam, ya cuando estos niños tenían un año, a punta de golpes hizo entrar en razón a Adam y le obligó a ponerle un nombre a sus hijos. Fue cómo entonces Lee, Samuel y Adam  encontaron sus nombres. El primero en nacer, el pequeño de ojos cafés, cabello rojizo y con unas cuantos pecas sobre su carita fue llamado Drake. Mientras que el otro pequeño, rubio, de ojitos azules, y de mirada angelical fue llamado James. Samuel tuvo que hacer lo suyo de nuevo, y cuando los mellizos tenían once años le contó a Adam lo que había pasado con Cathy, pues él seguía muerto en vida por la ausencia de esa mala mujer, y sus hijos necesitaban tanto a su padre. Samuel le dijo que Cathy se encontraba en Monterrey, tan cerca de Salinas, que era la dueña de un burdel, y que ahora se hacía llamar Kate, Adam no lo podía creer, y tuvo que ir a verlo con sus propios ojos. Buscó a Cathy, y la encontró, en efecto era la dueña de un burdel. Cuando Adam la tuvo de nuevo frente a sus ojos, se pudo dar cuenta de lo engañado que estaba, por primera vez vió al ser perverso que en realidad era Kate. Le dijo todo lo que llevaba guardado dentro de su interior, sacó todo el dolor que llevaba acumulado dentro, y por fin se sintió libre, volvió a vivir después  de once años de haber muerto. Kate pensó que el le haría daño, pero no era así, Adam no dañaría jamás a nadie, no buscaba venganza sino respuestas, ni siquiera a un ser tan perverso cómo ella sería capaz de dañar. Al mirar que Adam ya no la amaba, Kate se sintió herida en su orgullo, le dijo tantas cosas que no pudo decir antes, y lo mandó a sacar a golpes y arrastrado por su hombre de confianza, y desde entonces no lo volvió a ver. 
Hasta ese día Adam en verdad comenzó a conocer a sus hijos, ellos ya lo amaban gracias a Lee, él les enseñó a amar por sobre todas las cosas a su padre, y a respetarlo. Ya los mellizos llevaban una vida difícil, pero al sentirse amados por su padre nació en ellos un sentimiento, sobre todo en Drake. Cada uno había tomado el rumbo en su vida, James era bueno, noble, incapaz de tener un mal pensamiento, un niño al que todo el mundo podía amar con sólo mirarlo. Por su parte, Drake era todo lo contrario, siempre hacía cosas malas, le gustaba lastimar a la gente, y con ese conportamiento sólo las alejaba, deseaba tanto ser cómo James y hasta intentaba imitarlo, pero al hacerlo se miraba mal, y a nadie le gustaba lo que el hacía, aunque se adelantara a lo que James haría, siempre era el otro el que atraía a la gente. Adam amaba a sus hijos por igual, pero estaba muy alejado de Drake, pues él mismo sabía que dentro de su ser estaba Kate, su mirada era la misma de ella, su forma de ser y su forma de actuar, sabía que su hijo había heredado la maldad de su madre, y por no saber cómo ayudarlo se alejaba más de él. Trataba de no cometer los mismos errores que su padre cometió con él y Charles cuando eran niños, por eso ayudaba más a James, el indefenso, y dejaba de lado a Drake, el fuerte, al cuál también en ocasiones le temía. No sabía lo que la falta de cariño y su lejanía provocaban en Drake, esto ayudaba más a sacar la parte mala de su interior. Por si no fuera poco con lo que ya tenían que cargar sobre sus espaldas, la presencía de una nueva persona en sus vidas llegaba a confundirlos más. Un día llevioso los mellizos volvía de jugar, y al entrar a casa escucharon voces extrañas, unas personas platicaban con Adam en la sala, y al no estar acostumbrados a las vistas, ellos entraron tímidamente, Adam los presentó ante la pareja de esposos que se encontraba junto a ellos. Pero no fueron esos adultos lo que llamaron la atención de los mellizos, sino la presencia de una pequeña sentada en una esquina, una niña de unos diez años, la primer niña que miraban en su vida, ella estaba de espaldas, por lo que sólo miraban su enorme vstido azul, y un sombrero con flores que tapaba sus rostro.

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