Lo recuerdo muy bien, fue en ese momento cuando todo comenzó a cambiar en mi vida perfecta, que de pronto dejó de serlo.
10 años antes...
Marion mi madre, platicaba con mi padre. Ellos pensaban que yo no escuchaba nada, pero estaba en la habitación de a lado, en el silencio de la noche todo se escuchaba claramente aún cuando tapaba mi cabeza bajo la almohada.
Marion- ¿por qué lo culpas a él? apenas es un niño, y no comprende por qué ya no lo tratas cómo antes, ni siquiera puedes mirarlo a los ojos ¡y él es más inocente en todo esto! Si con alguien tienes que desquitarte, hazlo conmigo-
Marcus- tal vez pienses que lo hago con intención, pero no es así ¡no puedo evitar sentir lo que siento!-
Marion- sabes que tengo que comenzar mi tratamiento, y si las cosas no salen bien tal vez no salga nunca del hospital, ¡te va a necesitar!-
-Marcus- todo saldrá bien, no gastes tus energías por que las vas a necesitar. Es mejor que ya no sigamos con esta discusión, ahora déjame dormir.
Mamá salió de la habitación y se dirigió a la mía, yo me hice el dormido, pero ella se paró junto a mi y me llamó.
Marion- ¿estás dormido pequeño?-
Jared- no mamá ¿pasa algo?-
Marion-hijo, sabes que he estado enferma y tendré que ir al hospital para recibir un nuevo tratamiento, y tal vez esté fuera de casa mucho tiempo-
Jared- pero volverás ¿verdad mamá?-
Marion- haré todo lo posible por volver a tu lado cariño ¡lo que más deseo es estar contigo por siempre!-
Jared- ¿me lo prometes mami?-
Marion- si,te lo prometo-
Jared- bien, prometo portarme bien con papá ¡no voy a cantar ni a leer mientras él esté en casa! no haré nada que haga que él se moleste ¡para que cuando vuelvas a casa esté feliz!-
Marion- gracias hijo ¡eres el niño más bueno del mundo! Ven y dale un abrazo a mamá, y después a dormir-
Le di a mamá un abrazo muy fuerte, me sentía tranquilo pues llevaba meses enferma, y se iba a ir por un tiempo para volver sana y fuerte cómo antes. Por un lado me sentía triste porque se iba y no la vería mientras estuviera en el hospital, pero me alegraba saber que iba para curarse, y que al volver las cosas serían cómo antes, cuando papá me abrazaba y jugaba conmigo, cuando me daba el beso de las buenas noches y me arropaba, y mi mamá volvería a sentirse fuerte, y a sonreír, ya no más tristezas. Me porté muy bien, no le di molestias a papá pues quería que estuviera contento, aunque lo miraba muy poco. La abuela llegó a casa para cuidarme porque papá trabajaba mucho, además quería esta cerca de mi mamá. Hubo días en los que podía entrar hasta su habitación y estar unos minutos a su lado, pero casi siempre estaba dormida o muy cansada para poder hablar. Se miraba mal, estaba pálida y ojerosa, muy delgada y triste ¡yo trataba de darle ánimos! y me regalaba una sonrisa fingida, trataba de mostrarme su mejor cara. Al recordarlo siento dolor, y enojo a la vez ¡yo no comprendía lo que pasaba! ella estaba muriendo y aún así me sonreía, me escuchaba cantar y leerle algunos poemas, hacía todo lo posible para que yo no me diera cuenta de la verdad. ¿Quién iba a pensar que ese abrazo que nos dimos aquella noche sería el último? Tan solo tres meses después de ese día, ella murió. Y ahí comenzó mi nueva vida, yo nunca más pude ser el mismo. Claro que lloré mucho con su muerte, pero más que por su ausencia, lloraba por su abandono ¡ella sabía que era mi única compañía! nadie más que ella lograba comprenderme y conocer mis sentimientos, sabía que papá ya no me quería, que sin ella yo quedaba solo en el mundo ¡y decidió irse! Yo no podía perdonarla por eso, y me sentía muy enojado. Mamá regresó al lugar donde nació, yo me fui con ella en aquel viaje en tren. Papá dijo que iría al entierro unos días después porque tenía asuntos que arreglar, así que se despidió de mi ese día, y me dijo que volvería por mi para el entierro. Yo necesitaba su consuelo, pero no podía dármelo, lo más que pudo hacer, y eso a petición de mi abuela, fue darme una palmada en la espalda y decirme que estaría pronto conmigo. En el camino a Riverside, donde quedaba la granja de los abuelos, el lugar donde ella creció,y a donde iba ella de regreso, yo estuve pendiente de mamá en todo momento, en cada parada de el tren yo iba hasta el vagón donde iba su ataúd y me sentaba a su lado, quería estar seguro de que estaba todo bien, y que ella no se sintiera sola. Llegó el día del entierro y papá no estuvo ahí, en realidad no llegó. Entonces la abuela me dijo la verdad, que yo me quedaría a vivir en casa de los tíos pues ella era muy grande para cuidarme, me dijo que papá me visitaría seguido, pero no pasó ¡no fue a visitarme ni una sola vez!
Pasaron los años, y yo siempre esperaba que en las vacaciones de verano él llegara, pero año tras año era lo mismo, papá seguía ausente. El tiempo se me fue muy lentamente, entre el ganado de la granja, la escuela, las visitas diarias al panteón en las que acostumbraba a llevar mi guitarra y cantarle a mamá, y los montones de cartas enviadas a mi papá, que cuando me di cuenta estaba terminado mi último año de preparatoria, y tenía 18 años ¡era el momento de cambiarle el rumbo a mi vida monótona!...